martes, 19 de mayo de 2009

SI NO HUBIESE POETAS

SI NO HUBIESE POETAS
Por FRANCISCO GÓMEZ MAZA
Hace 23 años, partió Juan Rulfo Hace dos días, Mario Benedetti


El padre de la narrativa latinoamericana, el inmemorial Juan Rulfo, habría cumplido el sábado pasado, 17 de mayo, 92 años. El domingo 17 de mayo, recibimos la noticia de la partida de Mario Benedetti, quien dejó este mundanal ruido a los 88 años cumplidos. Dos poetas comprometidos con aquellos que no tienen voz y que los profetas del mercado no les dan voz. Rulfo, con el campo, con los pobres de los pobres, los que intentan sacarle jugo al páramo. Imagínenlos, queridos amigos: ¡queriendo sacarle vida al páramo! Benedetti, comprometido con la humanidad toda, pero particularmente con los excluidos, dándoles voz también. Ambos desnudando la belleza, la alegría, la ternura, la armonía, la convivialidad, el amor en una palabra. Juan se fue hace 23 años y aún sigue vivo, recreando la historia verdadera, no la que escriben los escribamos de los vencedores, ni la que cantan los “poetas” de los mecenas potentados, y alimentando el ánima de muchos otros profetas de los pobres, de los vencidos, de los expoliados, de los excluidos. Mario se acaba de ir hace dos días, dejando una herencia de espasmo, de armonía, de vigor y ternura, de alegría, de música, de danza en los corazones de muchos que le conocimos, que le leímos, que intentamos seguir sus pasos. Ambos, Juan y Mario, son ya poetas del Infinito. Volvieron al Gran Útero infinito que es la fuente de su creatividad sin límites. No lloro la muerte de Rulfo, a quien traté de cerca cuando iba a la escuela de periodismo, allá por la segunda mitad de la década de los 60, cuando iba a su casa, o a su cubículo en el Instituto Nacional Indigenista, cuando estaba en la calle de Héroes o Balderas. A Benedetti le conocí a través de sus poemas, de los cantos que los cantadores cantan con letra de sus creaciones. Ambos están cincelados en mi corazón.





Juan y Mario fueron poetas – deseo (desideriarum poetae), que tuvieron la gracia de enfocar el deseo, apaciguado por la razón, en un solo objetivo: descubrir lo sin-bólico del mundo para armonizarlo con lo dia – bólico, y demostrarle a quienes sólo piensan en satisfacer su Eros que otro mundo es posible, un mundo de paz, interior y colectiva, en donde el amor se ponga encima del odio; el perdón encima de la injuria; la confianza arriba de la duda, la luz disipe las tinieblas; la alegría destruya la tristeza; la verdad acabe con el error. Y la belleza del ser humano – todos los seres humanos somos bellos – sea la antesala de la convivialidad, del cuidado entre los seres humanos y de estos hacia la Naturaleza: una utopía que tiene que desplazar a la Topía del modelo excluyente impuesto por lo dia – bólico, por la ansia de dinero, poder y prestigio de hombres y sociedades de la lujuria, que están seguros que las tres cuartas partes de la humanidad son un lastre con el que hay que acabar, y que la Naturaleza es de su propiedad y fue hecha para que sólo ellos la exploten, la expolien, la expropien para aumentar sus caudales en las bóvedas del sistema financiero. Por ello, me alegro de que en el mundo hayan, vivan, convivan, sean portavoces de la belleza, del vigor y la ternura, del amor, los verdaderos poetas, los profetas del Infinito, que caminan por las veredas de los pobres de los más pobres, como Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Jaime Sabines, Gabriel García Márquez y toda una pléyade de profetas que van por el mundo como el Caballero de los Leones, deshaciendo entuertos y desencantando princesas encantadas por perversos entandadotes.